Mi parto en Turquía y mi experiencia con violencia obstétrica

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Mi parto en Turquía y mi experiencia con violencia obstétrica

Me mudé a Turquía en Octubre del 2016. Mi marido y yo nos casamos ese Noviembre, empecé mi curso de Turco en Enero del 2017 y nos enteramos que ibamMi parto en Turquía y mi experiencia con violencia obstétrica

Me mudé a Turquía en Octubre del 2016. Mi marido y yo nos casamos ese Noviembre, empecé mi curso de Turco en Enero del 2017 y nos enteramos que ibamos a tener un bebé el 13 febrero, un día antes de que mi cuñada tuviera a su nena. Al recién haber llegado a Turquía hace tan poco tiempo no conocía la ciudad, ni el idioma, ni mucho menos tenía formas de encontrar un médico por mi misma. Mi cuñada había tenido una muy buena experiencia con su médica, quien la había tratado muy bien y su hospitalización había sido excelente, esperandola hasta la semana 43 antes de practicarle una cesaréa que mi cuñada había preferido sobre la inducción. Por ese motivo, al quedar embarazada no cuestionamos nunca ir a la misma médica y al mismo hospital.

Mi marido decidió pocas semanas después de enterarnos que iba a realizar su servicio militar lo antes posible para no arriesgarnos a dejarme sola una vez que el bebé estuviera acá (la opción de pagar e ir poco tiempo que existe en la actualidad aún no estaba disponible y no sabíamos que iba a existir). Se enlistó y fue enviado para Izmir y yo me fuí a visitar a mi familia 3 semanas a Argentina. Antes de separarnos nos enteramos que ibamos a tener un varón.

Las consultas con mi médica no eran las mejores, ella era muy apurada, hablaba muy rápido y no sabía inglés por lo que mi marido necesitaba traducirme después. Pero sabiendo que mi cuñada había tenido una experiencia tan pero tan buena con ella, ignoré mis dudas y seguí siendo su paciente. Una cosa que necesito aclarar aquí es que yo le comenté que mi medio hermano (de parte de mi papá) tiene una enfermedad cogénita llamada Hiperplasia Suprarrenal Congénita y que por exámenes genéticos sabíamos que mi papá era "portador" (por decirlo de alguna forma) genéticamente de la enfermedad. Una particularidad de esta enfermedad es que afecta de forma más severa a las niñas por los altos niveles de testósterona altos que produce, por ende si yo tuviera una niña necesitaría asegurarme de que esa niña no tenga la enfermedad con un test del liquido amniótico. Sin embargo mi médica me preguntó si quería o no saber el sexo (aunque no tengo real opción de no saberlo ya que si fuera niña hay precauciones extra que tomar) lo que me hace pensar que ni sabía lo que era la Hiperplasia ni se tomó el trabajo de investigar de que se trataba poniendo en riesgo a mi bebé en caso de que hubiese sido una niña.

Las semanas pasaron, los meses pasaron y alrededor de las 25 semanas desperté una madrugada con una picazón insoportable en mis manos y pies.

Mi madrastra sufrió una enfermedad del higado que puede ser muy grave para el feto llamada colestásis y el síntoma más conocido y más común de la enfermedad es una picazón insoportable en las manos y los pies.

Enseguida me comuniqué con mi papá y mi madrastra y les pregunté los síntomas a la vez que le pedí a mi suegra que llamara a mi médica para decirle lo que estaba sintiendo.

Mi médica le dijo a mi suegra que me llevara al laboratorio para hacer un examen de sangre cuyos resultados iban a tardar al rededor de una semana en salir y al mismo tiempo me mandaron a un dermatólogo que me envió unas cremas que no me hicieron absolutamente nada.

Una semana estuve con la picazón que solo se pasaba cuando me duchaba. Mis resultados volvieron y me dieron negativo en colestasis pero mi picazón no se había pasado. Una médica amiga de Argentina ya me había dicho que el procedimiento normal si la picazón no ha pasado es volver a testear porque no siempre aparece la primera vez, mi médica no lo hizo y solo me dijo "no tenés nada" y aunque me relajó mucho saber que era probable que no fuera colestásis igualmente seguía con una picazón insoportable que me dejaba llorando todos los días de la desesperación y nadie me ofrecía ninguna solución ni ningún motivo de por que me estaba sucediendo.

Mi suegra me llevo tres veces al dermatologo de ese hospital (en el que a veces esperabamos 1 hora a ser atendidos aunque habíamos sacado turno previamente) porque no entendía por que nadie hacia nada, me cambió las cremas un par de veces aunque sin ningún tipo de mejoría hasta que por fin me recomendó dejar los azúcares y las sales por completo y ¡POR FIN! la picazón pasó... De a poco fui incorporando nuevamente alimentos hasta que descubrí que mi embarazo me había generado una alergia temporal a un determinado queso que saqué de mi dieta por completo.

Toda esta situación me generó desconfianza con mi médica porque sentí que mis miedos y mi incomódidad había sido ignorada o descartada. Pero aún con esas dudas seguí adelante con ella ya que mi marido me decía (en nuestras muy cortas llamadas mientras el estaba en el servicio y con la poca información que yo podía brindarle) que estaba exagerando, que si quería cambiar estaba bien pero que ya sabíamos que esa doctora era "excelente", que teníamos la experiencia de mi cuñada y que cuando la habían buscado en google salía como una de las mejores médicas, etc, etc, etc.

Seguí adelante y llegué a mis ultimos meses. Ya estabamos en el tercer trimestre y sin embargo mi médica jamás habló de parto, no me preguntó si estaba yendo a clases de pre-parto, si sabía algo, si tenía alguna preferencia. Pero aunque eso me resultó extraño, volví a ignorar esa sensación de que algo no me gustaba.

Al rededor de la semana 33 si mal no recuerdo empecé a tener perdidas de líquido amniótico por lo que mi médica me llamaba cada 5 días a hacer un monitoreo, ultrasonido y un par de veces me mando a hacer una eco dopler.

Para este momento ella daba toda su información rápidamente y no nos daba tiempo ni para que yo entendiera ni para que mi suegra me explicara (mi suegra habla solo turco, pero siempre lograba simplificar el lenguaje para que yo entendiera lo que otras personas me decían), un par de veces mi cuñada más chica me acompañaba pero tampoco le permitía a ella que me tradujera de turco a inglés la información y siempre terminaban explicandome todo fuera del consultorio, lo que no me daba tiempo ni lugar para preguntar nada, ni para aclarar ninguna duda.

Dado a que estaba perdiendo líquido amniótico me dijo que era muy probable que necesitaramos inducir, pero que ibamos a esperar lo mas posible a que el bebé cumpliera las 39 semanas y a que mi marido volviera del servicio.

Mi marido llegó a mis 37 semanas y pasamos esos últimos días acostandonos tarde, jugando videojuegos y aprovechando nuestros últimos días de no ser padres. La mañana del 9 de octubre de 2017 (semana 38 mas unos 3 días) teníamos un turno con otra médica porque mi médica de siempre iba a estar fuera de la ciudad. El turno era a las 11 y mi marido apagó la alarma y nos levantamos 11 menos cuarto. Le dije que llamaramos y pasaramos el turno para el día siguiente, que no ibamos a llegar pero en vez de hacerlo con sus miedos de papá primerizo llamó al hospital y avisó que llegabamos tarde. Al llegar al hospital fuí directamente al monitóreo y supe instantaneamente que algo era distinto ese día, no sabía qué ni por qué pero algo se escuchaba diferente. Bajé las escaleras para ir a ver a la médica y sentí pequeños calambres en la panza, pero les resté atención porque me pasaba de forma regular.

Al ver los resultados del monitoreo la médica me preguntó si sentía algún tipo de dolor a lo que yo respondo que no. Me pide revisarme el cervix y me informa que no solo tenía contracciones regulares si no que ademas había dilatado 3 centímetros. Me toman la presión y me dicen que está "alta" aunque no me dice cuanto. Me hacen esperar afuera para que se pueda comunicar con mi médica de siempre y ver como proceder porque le preocupaba mi presión. Mi médica les dice que me internen y me den pitocina, que es la sustancia que se usa para inducir o acelerar partos, porque le preocupaba la presión.

Me envían a la zona de maternidad sola en donde para mi sorpresa aparece mi médica que en teoría no iba a estar en la ciudad y me hace tacto nuevamente. El tacto fue muy doloroso, mas que cualquiera que me habían hecho antes y cuando saca su mano siento un líquido tibio salir... y entendí, automaticamente que me había roto bolsa, sin avisarme, sin consultarme, sin siquiera explicarme. Según ella "la bolsa se rompió sola cuando estaba haciendo el tacto" pero yo sé, por las sensaciones en mi cuerpo que no fue así. Fue después que ella me rompió bolsa que empecé a sentir contracciones.

De ahí me suben directamente a internarme y antes me hacen firmar formularios. Entre esos formularios estaba el formulario en el que autorizaba una cesaréa, me lo dieron "en caso de emergencia" y yo, madre primeriza sin experiencia y confiando aún en que los médicos quieren lo mejor para vos, firmé sin cuestionar.

Me internaron a eso de las 12 del mediodía, me pusieron pitocina enseguida, me conectaron a las maquinas de monitoreo y no me dejaron levantarme a caminar porque como tenía la bolsa rota no querían que me quedara sin líquido amniótico. Así que pase los dolores mas grandes de mi vida conectada a una maquina, con contracciones que venían cada un minuto y no me daban tregua ni para respirar. A las 4 pm la médica volvió a revisarme y me dijo que tenía 6 cm de dilatación y que si quería una epidural ese era el momento de ponerla a lo que yo le dije que no pero ella insistió en que el bebé no estaba bajando porque yo estaba muy tensa por el dolor por lo cual terminó convenciendome de que lo mejor era poner la epidural. Ahí fue cuando me dijo que mi marido no podía estar conmigo en el parto ni en el area de maternidad.

Mi suegra que había estado en la habitación conmigo y mi marido hace unas horas la convenció de que lo dejaran venir pero la médica le dijo que le permitía venir un rato pero tenía que irse para cuando yo necesitara pujar o una cesarea esto me puso en estado de pánico ya que la médica no hablaba inglés

y yo con el dolor que sentía apenas podía pensar en español, mucho menos en turco, y nunca jamás me imaginé que iba a dar a luz sola sin mi marido... Lo cual, aparentemente, es una práctica común en Turquía. Bajamos a poner la epidural y yo no estaba para nada contenta con esa decisión pero confiaba en mi médica.

Una vez que la epidural estuvo colocada la médica le dijo a mi marido que mis posibilidades de tener un parto natural habían bajado a un 50% y habló rápido con él y apenas le dió tiempo a explicarme que me estaban llevando a quirofano en caso de que necesitara una cesarea.

Tuvieron cero cuidado con cubrirme las piernas o el cuello (yo uso hijab) y me metieron a una silla de ruedas y me llevaron a las corridas por todo el hospital pero nadie, nadie, nadie se tomaba dos segundos para decirme que era lo que estaba sucedindo.

Una vez en el quirófano me pusieron sobre la mesa y colocaron la pantalla que se usa con las cesareas pero a mi nadie me había dicho nada. Rogué y grité en inglés que alguien me dijera que estaba pasando y una enfermera me dice "te estoy dando un calmante"... y eso es todo lo que recuerdo.

Me desperté a sentir unos tirones en mi panza y cuando abrí los ojos me dijeron que mi bebé estaba "arriba con su papá y se parecía a mi". Empecé a llorar sin poder controlarme y sentí odio... un odio imenso porque me sentía violentada, sentía que habían pasado por encima mío y habían hecho conmigo lo que querían. No puedo entrar en más detalles de los sentimientos ni los momentos que siguieron esa situación porque recordarlos es demasiado doloroso y son cosas que estoy intentando dejar atrás. Pero resumiendo, la médica se negó a dar explicaciones a mi suegra que estaba enojadísima al darse cuenta que me habían maltratado, nadie vino a chequear que yo estuviera bien por horas y horas, las enfermeras nos trataron de forma horrible y no cuidaron de mí ni cerca de lo que habían cuidado de mi cuñada y mi suegra estaba furiosa con todos. Cabe aclarar que todo esto sucedió en un hospital privado donde, en teoría, la atención es mejor.

Pasé meses sin poder sentir que ese bebé al lado mío era mi bebé, el mismo bebé que había llevado en la panza por nueve meses. Meses de no poder dormir porque cada vez que cerraba los ojos todas las imagenes y sensaciones volvían con fuerza y me hacían mucho daño.

Pocas semanas después de el nacimiento de mi hijo una mujer pariente de mi esposo me contó que ella conocía a la médica y que la médica le había dicho que a las madres jovenes ella "las lleva directamente a cesarea, porque gritan mucho". Este detalle me confirmó eso que yo ya sabía, que mi cesarea es mas que probable que no haya sido realmente necesaria y que, probablemente, mi cesarea haya sido resultado de una de dos o cosas, o una combinación de ambas: el hecho de que fui mamá a los 22 años o que soy extranjera y no hablaba bien el idioma, haciendome una persona más fácil de la cual aprovecharse.

De esta experiencia aprendí una de las cosas más importantes en mi vida. Siempre, siempre, siempre tenemos que confiar en nuestros instintos. Hubo múltiples instancias, hubos más de una señal que me dijo a mi que algo iba mal, de que esta médica no velaba por mis mejores intereses. Sí, mi bebé nació sano y estabamos bien físicamente y por eso siempre voy a estar agradecida. Pero los sentimientos de una mamá recién parida importan. La salud mental importa tanto como la salud física. Ningún médico debería jamás aprovecharse de ese momento tan vulnerable en la vida de una mujer y utilizar su posición de conocimiento y poder para beneficiarse a sí mismos y hacer su trabajo más fácil.

En Turquía el 50% de los nacimientos son por cesarea... una cifra demasiado alta y una realidad muy triste. Entre los médicos que intentan cobrar más, los que no tienen ganas de trabajar enserio y esperar a que el cuerpo de las mujeres trabaje por si mismo, los hospitales que necesitan vaciar camas para así tener más pacientes y hacer más dinero y los médicos que meten miedo para hacer procedimientos innecesarios que ponen en riesgo la salud física y mental de una mujer y su bebé, Turquía no es un lugar ideal para dar a luz si uno no toma ciertos recaudos y se informa de sus derechos, de los riesgos de cada procedimiento, si no se educa en lo que conlleva un parto y solo confía en lo que el médico le esté diciendo. Y en cualquier proceso médico, en cualquier país del mundo, uno siempre debe escuchar a su intuición, uno siempre debe confiar en su instinto y cuando las cosas no nos convencen siempre hemos de buscar una segunda opinión.

Hoy en día estoy embarazada nuevamente, dos años después de mi cesarea y estoy con una médica que es excelente. Que no solo me permite, si no que me apoya y me alienta a tener un PVDC (parto vaginal despues de cesarea). Una médica que me costó mucho encontrar pero practica metodos de parto respetado y natural. Una médica que desde el primer momento me prestó atención, me dió tiempo a sacarme dudas, me preguntó cuales son mis ideas del parto que quiero, me recomendó a donde ir para hacer clases de pre-parto, me escucha y me trata como un ser humano y no como un turno más en su día. Una de las cosas que me hizo confiarle absolutamente es que ni bien le dije de la posibilidad de una enfermedad genética ella investigó muchísimo al respecto y se educó sobre cuales eran los riesgos, por ende me citó 4 veces en un mes hasta poder saber si mi bebe era niña o varón para tomar los recaudos necesarios en caso de que fuera niña, cuando por fin se dejó ver resultó ser que es otro varón. Y por primera vez dejé de sentir miedo, hoy sé que estoy en buenas manos y puedo disfrutar mi embarazo sin miedos, sin preocupaciones y sabiendo que estoy lo suficientemente informada (vengo preparandome y estudiando sobre PVDC hace un año) para poder saber cuales son mis derechos, mis posibilidades y los riesgos de ir por el camino que elegí.

Decidí compartir mi historia porque ser madre lejos de casa no es fácil... Ser madre en otro país, en otra cultura, en otro idioma no es para nada sencillo. Sentirse sola, asustada, sin saber si podes confiar en lo que sentis o quizás sea solo algo dentro de tu mente o de las diferencias culturales, no es nada fácil. Y el embarazo y el parto son momentos cruciales en la vida de cualquier mujer que haya pasado por ello. Marca un antes y un después en nuestras vidas. El embarazo y el parto son de por si momentos traumáticos tanto física como psicológicamente sin necesidad de sumarle a todo eso la violencia obstetrica que miles y miles de mujeres sufren todos los días. Hay formas de prevenir la violencia obstétrica, una es informarse y educarse y la segunda es confiar en nuestros instintos y cambiar de médico si hay algo que no nos gusta de nuestro médico actual.

Mi médica actual practica en Jimmer Hastanesi (Hospital Jimmer), su nombre es Rampia Nizam y su instagram es @dr_rampi.

Escrito por Abril Carbajal Akgun

Instagram: @mummyinturkey

Publicado con permiso

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